La resiliencia es una habilidad clave tanto para el éxito individual como el organizacional.

En esta nota les quiero compartir el aporte de Richard Davidson, reconocido neurocientífico, quién ha estudiado las bases cerebrales de la resiliencia y cómo podemos desarrollar esta capacidad.

Simplificando…, Davidson descubrió que para recuperarse más rápidamente se debe fortalecer el circuito cerebral por el cual la corteza prefrontal izquierda inhibe la amígdala

Entonces, la pregunta clave es, ¿Cómo podemos fortalecer dicho circuito?

Desarrollando un patrón de pensamiento más efectivo y sano. Aprendiendo:

–          a reevaluar o reinterpretar los contratiempos poniéndolos en perspectiva

–          a cuestionar si realmente tienen consecuencias tan negativas como pensamos inicialmente

–          a identificar si incluso tienen algún aspecto positivo

–          a mirarlos como oportunidades de aprendizaje y crecimiento

Por otro lado, la práctica regular de mindfulness también nos ayuda a recuperarnos más rápidamente de los contratiempos, puesto que debilita la cadena que pensamientos negativos que nos mantienen obsesionados con el contratiempo.

Se ha comprobado que ambas estrategias cambian literalmente nuestro cerebro, y nos hacen más resilientes.

Y ambas pueden ser aplicadas exitosamente en las organizaciones.

Para llevar adelante la mejora de procesos, existen diversas metodologías que son robustas y han demostrado resultados positivos.

Pero digamos por un momento que no nos conformamos con las fortalezas de las metodologías vigentes, y nos preguntamos ¿Cómo podríamos hacer para enriquecer y evolucionar la disciplina de la mejora de procesos?

Una forma de resolver este planteo, sería reinterpretar lo que implica el proceso de mejorar…

Por ejemplo, ¿Qué pasaría si empezamos a pensar el proceso de mejorar como un proceso cerebral, compuesto por una serie de actividades cognitivas?

Exploremos esta idea… cuando mejoramos, en definitiva, estamos ejecutando una serie de actividades cognitivas, tales como: analizar, interpretar, sacar conclusiones, desafiar creencias o modelos mentales, generar soluciones e ideas creativas, tomar decisiones, etc.

Entonces, dado que el proceso de mejorar esta compuesto de actividades cognitivas, ¿Cómo podríamos mejorar dicho proceso mejorando sus actividades? ¿Podrían las neurociencias y disciplinas afines ayudarnos?

La respuesta es sí!
Estas disciplinas que se ocupan de estudiar el funcionamiento del cerebro, podrían enriquecer y evolucionar la mejora de procesos, potenciando su nivel de efectividad.

La Psicología Positiva estudia las bases del bienestar psicológico y de la felicidad humana.

Hasta la década de los 90, cuando surge esta rama de la psicología, esta ciencia se enfocaba mayormente en el estudio de los aspectos patológicos y negativos de la mente  (depresión, ansiedad, etc.), dejando de lado el estudio de los factores y fortalezas que promueven en forma directa el bienestar y la felicidad.

La Neurociencia Positiva es una rama de las neurociencias que estudia los mecanismos cerebrales asociados con el bienestar y la felicidad.

Los descubrimientos de la Neurociencia y la Psicología Positiva pueden aplicarse tanto al ámbito personal, como al organizacional.

Con respecto a la aplicación al ámbito organizacional, se debe destacar, que diversas investigaciones indican que la felicidad en el trabajo produce mayor lealtad, productividad y creatividad.

La mejora continua es un aspecto fundamental para el éxito y la supervivencia de las organizaciones.

Muchas organizaciones han implementado modelos de mejora continua basados en Lean management, Six Sigma o similares.

Lean, Six Sigma y otras metodologías similares utilizan mayormente con herramientas provenientes de la Ingeniería en Calidad y en Procesos, y prácticamente carecen de suficientes herramientas de Creatividad e Innovación.

Por lo tanto, en Sináptica consideramos que para lograr un modelo de mejora continua con capacidad de producir resultados de alto impacto, es conveniente complementar las metodologías tradicionales, con metodologías de Creatividad e Innovación.

Asimismo, consideramos que los conocimientos provenientes de las Neurociencias sobre como el cerebro analiza, genera ideas y toma decisiones pueden contribuir significativamente al impacto y la efectividad de la mejora continua.

Al formar memorias (recuerdos) de largo plazo, nuestro cerebro tiende a conceptualizar, abstraer, y por lo tanto a olvidar detalles.
De hecho, tenemos neuronas en el hipocampo que se encargan de codificar conceptos, dejando de lado los detalles.

A pesar de que nuestro cerebro funciona de esta manera, nuestro sistema educativo va por la vereda opuesta, puesto que enfatiza la memorización de innumerables detalles que inevitablemente terminamos olvidando.

Para mejorar el proceso de aprendizaje, sería más efectivo que los diferentes niveles educativos se focalicen en una sólida explicación de los conceptos centrales de un tema, y en establecer las relaciones entre los mismos.

Esto no sólo mejoraría la comprensión, sino también el recuerdo de los conceptos más relevantes.